Domingo 22/12/2013, un día memorable y no por que sea el día de la lotería, sino porque tuve una comida de esas memorable, por plato y trato.
Sabéis mi lema, no comento ni publico de nada que no me guste o no me diga algo, así que si menciono de este restaurante, por algo es. Una de las mejores comidas que recuerdo en los últimos tiempos. Una cocina fantástica, un trato como en casa y con una relación calidad-precio más que buena, por eso os hablo de él.
Publicidad… Creo que no le hace falta, ya que os sonara ya por Javier Estévez @chefjaviestevez concursante de TopChef. Pero el mesón de Doña Filo, a pesar de las increíbles manos en los fogones de Javier, es mucho más. Son Julio Reoyo e Inma Redondo, un matrimonio con una vida dedicada a la hostelería. Fueron poseedores incluso de una estrella Michelin.
¿Por dónde empiezo a escribir este post?- me pasa siempre- ¿Sabéis lo primero que pensé antes de comenzar con estas líneas? tengo que buscar calificativos y sinónimos de increíble, espectacular, fantástico, maravilloso para poder expresar cada uno de los platos que a continuación os mostraré.
Llegada a las 14 horas. Inma nos esperaba en la puerta. Iba con mis primas, dos buenas gourmets, de las que les gustan las cosas ricas y bien hechas. Enseguida nos reconoce ya que habíamos intercambiado twist con Javi y estaban en sobre aviso, además @sarasareitor que se dedica también a este mundo, tiene amigos en común. El trato de Inma desde el primer minuto, increíble. En todo momento nos hizo sentir en como en casa. Nos sentamos y nos explicó un poco la manera de trabajar del restaurante, menú degustación con unos vinos recomendados, y/o sugerencias…. Le dijimos, Inma, haz lo que quieras con nosotros, estamos en tus manos… y que bien hicimos…
Comenzamos con un entrante frío.
Terrina de pularda con foie, ciruelas y mango.
Seguimos con un entrante caliente. Croqueta de morcilla. Si, si, no me llaméis loco o penséis que me he equivocado. Morcilla, una memorable espuma de bechamel y pan rallado. Al fin y al cabo una croqueta sin liar, con una textura… De llorar.
Continuamos con un Txangurro con champiñones. Un centollo repleto de coral al que acompaña fantásticamente unas láminas de champiñón crudo, aportando éste una sensación por la textura y sabor muy agradable en boca.
Hasta aquí estuvimos tomando un Verdejo de Segovia llamado 921 (el prefijo de Segovia) limpio, elegante, con una entrada dulzona, cambiada enseguida a una sensación de refresco total.
De momento mis expectativas ya estaban más que cumplidas. Pero a partir de aquí ya fue cuando me cautivaron, me enamoraron y se hicieron un hueco gastronómico en mi corazón.
Alcachofa con crema de foie.
Alcachofa… A mí… Y confitada y frita… Parece que me conociesen de toda la vida. Con una cremita muy ligera de foie y unos cordones de jugo de carne. Soberbio.
Si os fijáis en la luz de las fotos, estábamos en el paraíso. Junto a una ventana, con los rayos del sol envolviéndonos en un marco bucólico. Entre tanto teníamos a Inma y Carmelito (un gran tipo) en todo momento pendiente de nosotros, explicándonos cariñosamente cada plato, sin que nos faltase ni vino ni agua en ningún momento.
Hablando de vino… Nos propuso Inma a partir de aquí seguir con este vino.
Un Prieto Picudo de la zona de Zamora, muy elegante, goloso, agradable y que combino magistralmente con cada plato que venia.
Aquí ya es cuando empiezo a no saber expresarme…¿Ostias? suena un poco mal pero fue la sensación que sentí al probar esta Molleja de Ternera de La Finca con huevo de corral. BUUAAAAA que pasote… Una molleja fantástica, cocinada a la perfección y si ya me la acompañas con un huevo así (mirar el punto y el color de esa yema) y una cremita de boletus y trufa… «Te pongo un piso en la Castellana»
Seguimos con elaboraciones sublimes por la combinación de sabores tan bien llevadas. Taco de bacalao con migas, sobrada, garbanzos y albaricoque. No tengo palabras.
Hasta aquí una comida memorable, pero no acaba aquí la cosa, antes del postre te traen los quesos.
De derecha a izquierda. Brie, curado de oveja cordobés, mousse de parmesano y cabra del Valle del Tietar. Otro acierto a mi entender y mas para un «ratón» como yo apasionado del queso.
Y por último el postre. La comida, como veis fue un menú largo, y yo que no soy muy de postres decidí comérmelo y encantado de la vida, ya que eligieron Un cremoso de yogurt con estofado de fresas, orejones y un perfecto helado de vainilla que me pareció súper refrescante y digestivo y acompañándolo una copita de Oporto.
Para rematar y digerir un Gintonic como Dios manda. Puesto con cariño y saber hacer que nos supo a gloria.
Este fue el momento de sobremesa, que se alargo bastante. Entramos a las 14 horas como os dije y salimos a las 20 h. Pero esto ya fue disfrute. Una mesa de amigos de Julio e Inma y nosotros.
Fijaos si estuvimos como en casa que Inma se sentó con su café y sus bollos a merendar. Contándonos historias de las cosas que hacían, y vivencias del mesón… Una curiosidad ¿Sabéis el por qué del nombre? Por la profesora del pueblo Dña. Filo que ellos ni conocieron.
Luego también estuvo Javier contándonos historias de Topchef, como fue el concurso, como vivió la experiencia, de lo que le había servido… No me digáis que no es una buena sobremesa. Buena gente, con buenas conversaciones. ¿Qué más se puede pedir a un menú perfecto?
Última curiosidad y ya os dejo tranquilos como siempre queriendo haber transmitido parte de lo que yo sentí. Le pregunté a Inma que sentía después de tantos años currando en este duro oficio cuando ahora por un concurso de televisión y por Javi se había dado a conocer – El mesón de Doña Filo- a mucha gente que lo ignorábamos, sabéis la respuesta… «Estoy súper orgullosa de Javi, de lo que ha hecho y de cómo es como persona y más aún como profesional»